Chupa como la perra que eres

Jarli, ya todo está listo, solo falta llevar a tu hermano al auto-aviso. Debora le ofreció una sonrisa tímida.

-Ayudaré a los escoltas a subir a mi hermano al auto -respondió Jarli, situando su mano sobre su herida, la cual era superficial.

-No, los muchachos se encargaran. Solo quédate dentro del auto.

Jarli obedeció a su esposa y así fue. Javier fue llevado al auto con todo el cuidado del mundo.

Tayyar no se despidió de la pareja, solo permaneció dentro de su oficina.

-Debora, mañana iremos a visitarlos -dijo su madre con una sonrisa.

-Te esperamos.

Ambas se despidieron con un abrazo ligero. Debora subió al auto junto a su esposo. En la parte trasera iba Javier, aún dormido. La razón de su convulsión fue más por el cambio de clima, lo que le produjo un fuerte resfriado, pero no era motivo de preocupación.

Jarli se sentía feliz. Por fin se había acabado la molestia de su suegro, ya no había quien le dijera nada. Solo una noche bastó para quedar libre de ese malvado hombre.

-Debora, a
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