Bruno Harper es el menor de tres hermanos, futuro heredero de una cadena de supermercados, a sus 25 años y no dispuesto a seguir las directrices de su familia decide huir y hacer su propia vida junto a su novia, quien se rehúsa a vivir modestamente y termina su relación con él. Igualmente, Bruno persigue sus sueños y lucha por convertirse en un empresario reconocido, enojado y desilusionado comienza a trabajar en un taller de motocicletas sin nada de dinero en sus bolsillos. Un día en medio de una desdicha con suerte conoce a Ada Castillo, una estudiante universitaria bastante despistada pero bondadosa, quien no duda en ayudar a su joven y malhumorado inquilino con quien conviviría en un vecindario no muy acogedor. Cuando Bruno recibe la propuesta de conseguir un inversionista a cambio de comprometerse con una mujer que convenza a su abuelo de ser la esposa ideal, el hará lo que sea para lograrlo, por ello planea fingir un noviazgo; enamora a Ada, quien se deja llevar por su amor incondicional. La vida de ambos cambia cuando él decide abandonarla; Ada no imaginaba que el destino le depararía un gran reto como madre soltera. Bruno jamás pensó que su actual vida se pondría patas para arriba al reencontrarse con la mujer a quien engañó en el pasado. Ambos debían trabajar juntos lo quieran o no; poco a poco los secretos del millonario serían descubiertos por aquella joven a quien engañó. ¿Ada podrá perdonarlo, y Bruno la pudo olvidar en todos esos años?. Obra registrada: 2208281874367 Todos los derechos reservados.
Leer másCapítulo 1.
Humillación.
Ada.
—¡Hola amor!, te has marchado hace dos días, y ya te extraño, ya hice la reserva en ese restaurante del que hablamos. —Hoy es mi cumpleaños número veinticuatro, Bruno tuvo una entrevista con un posible inversionista, por ello viajó, supongo que planeaba darme una gran sorpresa, porque no recibí ningún mensaje suyo, tampoco quise fastidiarlo pues conozco su esfuerzo y todo el tiempo que dedicó en armar ese automóvil a escala.
—¿Cómo estás Ada?, disculpa, hoy no podré llegar. Te llamaré mañana, en verdad estoy muy ocupado. —Escucho el sonido típico del tráfico.
—Pero hoy es mi… —Me interrumpe de nuevo. — Cumpleaños… —Termino mi frase sin que me oyera, mis padres fueron a casa de mis abuelos en la tarde, no los acompañé como lo hacía cada año porque saldría a cenar con mi novio.
«Esta bien Ada, él está muy ocupado» —Me dije con una sonrisa en mi rostro, mis planes se estropearon, pero ya habría oportunidad para vernos, acepté ir como moza en un hotel en la capital del país, eso me ayudaría a comprar la computadora portátil que tanto me hacía falta, llegué a la cocina para cambiar una copa de vino rota, fue entonces cuando creí haber imaginado escuchar esas palabras tan crueles del hombre a quien amo, refiriéndose a mi, lo encontré de casualidad en un hotel elegante mientras trabajaba para ganar un poco más de dinero, quedé quieta temblando detrás de un muro en al recepción, el llevaba puesto un traje elegante y estaba al lado de una hermosa mujer esbelta a quien confesó que seguía amando; mi corazón se rompió en mil pedazos en ese preciso momento, no supe siquiera cómo reaccionar, si salir y darle golpes en el rostro y el cuerpo o quedar callada y esperar una explicación de su parte.
—Jimena, yo nunca he podido olvidarme de ti. —Esa era indudablemente la voz de Bruno, de mi Bruno…
—Sabes que siempre te he amado, pero tuve tanto miedo de perderlo todo, yo no soy como tu; esa valentía no corre por mis venas. —La mujer se acercó a él y le dio un beso en los labios, tuve que colocar ambas manos en mi rostro, me cubrí la boca para evitar escapar un sonido proveniente de mi llanto, y lo peor de todo es que él la abrazó, como nunca lo hizo conmigo a pesar del tiempo en el que estuvimos juntos.
—Jimena, estoy dispuesto a comenzar desde cero contigo, solo dame unos días, debo atender un asunto primero. —Ese “asunto”, indefectiblemente se trataba de mi.
—Te vi con una mujer hace rato, cuando saliste de aquel edificio. ¿Es tu novia?. —Detesto esa voz chillona fingida de la mujer salida de la pasarela, esperé que se lo dijera, una parte de mi quiso sentir que tal vez él admitiera su relación conmigo, inclusive nos comprometimos.
—Es una vecina, solo eso. —Si en ese instante pudiese tener la opción de desvanecerme, lo haría, Bruno estaba negándome.
—Menos mal, eso me habría hecho sentir muy mal. —Ambos se retiran del salón, y yo quedo ahí mismo, más bien lo queda de mí, pronto tendría un examen y debía pagarlo con anticipación, si la jefa de mozos me veía en ese estado no me pagaría lo acordado.
«Ada, debes salir; y si me lo encuentro entre los invitados esperaré su reacción» Fui a lavarme la cara, necesitaba una explicación, tan solo eso. Recibí un pedido de vino tinto para la mesa número ocho, allí se encontraba la mujer plástica, cuando me acerqué pudo reconocerme de inmediato.
—¡Nos volvemos a encontrar!, debe ser una casualidad. —Su sonrisa fingida me dan nauseas. —¡Ven aquí Bruno!, mira; hace poco hablamos de ella, dijiste que es tu vecina. —Otra vez mi corazón brincaba, mi tonta esperanza caminaba en una cuerda floja. —Deja el vino aquí, chicas; él es mi novio Bruno, esta noche nos hemos reconciliado.
«¡Llévame lejos de aquí!, Bruno por favor vámonos». —Me decía a mi misma incapaz de aceptar esas palabras, cuando volteo, él me observa en silencio, yo como una tonta seguía tragando saliva, con la cual casi me atraganto, nuestras miradas hacen contacto por apenas unos segundos.
—Ada. ¿Qué haces aquí?. —Me preguntó, pero ya era muy tarde, sentía que flotaba en medio de aquel aroma suave del vino en la bandeja, me dejé llevar por los distractores a mi alrededor, la música lenta y la voz de un hombre mayor en el micrófono del escenario. — ¿A… Ada?. —Siento sus manos en mis hombros, detrás de mí, esa mujer comenzó a reír, sigo en la misma posición, Bruno al fin me suelta sin dejar de mirarme.
—¿Ella es la mujer con quien te vimos?, ahora sabemos que es tu vecina, tu nunca saldrías con alguien, bueno con una moza. —Otra de las mujeres terminó la oración en voz baja, pero pude oírla. ¿Qué tengo de malo?, y por qué mi prometido está con personas tan arrogantes y engreídas.
—Disculpa, Bruno ya me aclaro quien es la joven, deja el vino aquí. —Me ordena aquella muñeca de plástico. —
—Jimena, es suficiente. ¡Ustedes también!. —No me dio el lugar que merezco como su prometida, inclusive sentí que lo avergonzaba con mi sola presencia. —Vámonos Ada, necesitamos hablar. —Sin pensarlo dos veces, le vierto todo el vino en el rostro, y me alejo de prisa.
Voy corriendo hacia la cocina, me escabullo en la puerta de servicio, apenas y tomé mi bolso, aún temblorosa llego a la esquina de la calle, las personas a mi alrededor parecían no existir, ese hombre en verdad era Bruno. ¿Por qué actuó como si no me conociera delante de esas personas?, como una tonta regresé al lugar, estuve justo frente a la puerta esperando que volviera, tontamente creí que vendría por mí, no dejé de mirar mi teléfono celular esperando su llamada… Pero no, él decidió no buscarme, prefirió dejarme ahí sin darme una sola explicación. Mi cumpleaños guardaría un recuerdo inolvidable de cómo me engañaron de la forma más cruel que pudo haberle ocurrido a alguien. Esperé dos horas sentada, me dolían los glúteos y los ojos.
—Ada… —Su voz hacen que me ponga de pie inmediatamente.
—Bruno. ¿Qué fue eso?, estas siendo muy cruel. —Le dije conteniendo mis lágrimas.
—Quise decírtelo antes, pero no encontraba la manera. —A lo lejos esa mujer nos observaba atentamente.
—Hazlo por favor. —Agacho la mirada un momento. —- Más vale que tengas una buena explicación porque no merezco este tipo de trato, yo siempre… —Bruno no me deja continuar. —Con sus manos seca mis lágrimas, jamás pensé que sería la última vez que sentiría su roce tan suave, y que sería la última vez en la que escucharía su voz.
—Ada, no estoy enamorado de ti; lo intenté pero no eres el tipo de mujer para mi, y en verdad no quiero que me busques o quieras mantener algún tipo de contacto conmigo; no deseo nada que nos una. —Sus palabras me dan náuseas, tal vez la presión sanguínea se me subió porque quise vomitar al escucharlo, verdaderamente este hombre delante mío estaba dándome uno de los peores obsequios que alguien puede recibir en su cumpleaños.
—¿Olvidaste lo que planeamos para esta noche?, solo responde eso. —Lo miro a los ojos mordiéndome los labios.
—Si, olvidé que saldríamos a cenar. —Evidentemente olvidó mi cumpleaños, yo pensé que él estaría ocupado en alguna reunión importante, pero se veía con esa mujer despampanante, y como una estúpida le compré una medalla.
—Y ha sido lo único que olvidaste. ¿No es así?. —Le arrojo la pulsera de hilo con la inicial de mi nombre, el regalo que me había hecho en navidad. —Nunca volveré a buscarte, tu no mereces ese tipo de consideraciones. —Si, el olvidó lo emocionada que estaba por ir a aquel restaurante donde sirven deliciosas pastas, prometió llevarme y yo estaba con la esperanza de formalizar nuestro compromiso, pero él me mintió…
—Dejémoslo así. —Responde fríamente como si nada.
—Te avergüenzas de mi Bruno, no soy tonta; puedo darme cuenta de eso. Solo espero que nunca te arrepientas, porque el karma es muy fuerte. —Voltee y caminé hacia la parada de autobuses.
«Jugaste conmigo Bruno, no lo olvidaré…»
Epílogo. Bruno. No hubo manera en la que podría recuperar la empresa que había iniciado hacía años, el proceso para demostrar las acciones de mi padre, en la cual fui obligado a firmar a través de amenazas la cesión de todos mis derechos, al igual que la firma de Ada como albacea de la herencia de las gemelas era un tema que llevaría su debido tiempo en ser solucionado, tanto Raúl como mi madre insistieron en ´´ayudar´´, pero quería hacerlo solo, o más bien al lado de Ada, la inversión que había hecho tiempo atrás en el emprendimiento de Jonás fue de gran ayuda, tendría que iniciar de nuevo todo, pero no me importaba hacerlo, ya he dado demasiado tiempo a simplemente dedicarme a trabajar, a petición de Ada fui a ver a mi madre, uno de sus guardias se encargó de enviarme un mensaje informando que ella últimamente no se encontraba bien de salud. «¡Bruno!, a pesar de todo, tu madre también fue víctima de las amenazas de tu padre; tienes que ir a verla.» —De no haber sido por aquella pe
Capítulo 76El engaño del millonario.FINAL.Ada.No sé cómo pude quedarme dormida luego de aquel susto, supongo que Rafael fue el causante, al despertar seguía siendo de madrugada, no vi a Bruno, mis bebés seguían durmiendo, menos mal son pequeñas; sé que olvidarán pronto lo sucedido, solo espero que no hagan preguntas al respecto. Bruno se había quedado sin nada, después de lo que tanto ha luchado ahora se escapó de sus manos.—¿Bruno?... No has dormido verdad.—Es imposible, aún debo pensar en lo sucedido, este proceso para recuperar lo que pertenece a las gemelas será difícil Ada.—Lo sé, fue la voluntad del abuelo, pero si nuestras vidas están en juego, prefiero renunciar a esa fortuna, ellas no lo necesitan… En cambio, tu empresa, todo lo que hiciste. —Él suspira profundamente, con desasosiego.—Tengo una casa que compré cuando supe de nuestras hijas, la están remodelando, el lugar no es muy grande. Supongo que luego de lo sucedido no querrás volver conmigo por nada, pero deberí
Capítulo 75.Amargo.Raúl.Últimamente, me enfocaba en solamente trabajar, creo que cada día me parecía más y más a mi hermano Bruno, pero aunque intentaba una y otra vez dejar de pensar en la mujer equivocada. Intenté alejarme de ella , y de las niñas, pero las quiero demasiado, son mis sobrinas, ellas no son culpables de mis absurdos sentimientos..—¡Hola hermano!... Al fin contestas el teléfono.—¿Paulo?, qué sorpresa escucharte.—Si, bueno… Sabes que mi madre haría lo que fuera por evitar los escándalos, ¿No es así?, pero ahora está denunciando a nuestro padre.—¿Qué?... —Esperaba tal acto de cualquiera menos de ella, le ha sido fiel toda su vida.—Al aparecer intentó lastimar a Bruno y a sus hijas, a quienes aún no conozco.—Voy a llamar a Bruno.—Su teléfono no suena, intenté hablar con él pero fue inútil. —Paulo siempre intenta no involucrarse, cuando decide hacerlo es porque lo considera realmente necesario.Aquella llamada fue breve, pero suficiente como para hacerme suponer
Capítulo 74.Escape.Ada.Me dolía el rostro, ese hombre en verdad asustaba, pero en estos momentos solo me importaba la vida de mis hijas, pensé que luego de firmar aquellos documentos, sería suficiente para que nos lleven con las pequeñas; sin embargo, lo que sucedió después, esos dos hombres golpearon muy fuerte a Bruno, temí que se desmayara, a mí me taparon la boca con una especie de mordaza, no podía hacer nada para ayudarlo, cuando dejaron de lastimarlo, también me soltaron de aquel agarre fuerte de esos gigantescos matones, no podía hablar debido a la mordaza y mis manos esposadas.—¿Dónde están las niñas?. —Es lo primero que Bruno preguntó cuando dejaron de golpearlo.—Vayan a la cabaña al final de la casa. —Fue lo único que dijo.—¡Yo te conozco!, tú eres el hijo de quien fue el capataz de la granja… —El hombre se mostró algo nervioso.—Ay, soy yo, y simplemente sigo órdenes, es mejor que ya se vayan con las niñas. Él ordenó que matemos a la señora, yo recuerdo cómo tú y tus
Capítulo 73ObligadosAdaLuego de que Jimena me derramara toda el agua encima sentí mucho sueño, mi cuerpo necesitaba moverse, pero no lo conseguía. Recuerdo que aún era temprano en la mañana, al despertar el reloj marcaba las doce del medio día.«¡Las niñas!» —Fui corriendo a la habitación de ambas, y no las vi… Busqué a mi madre, ella al igual que yo se encontraba somnolienta.—¡Mamá!, no encuentro a las niñas. —Mi respiración se acelera, mientras mi mente se nublaba con cada posibilidad de dónde podrían estar, no podía creerlo… ¡No están.!—Llama a la policía Ada… ¡Mis bebés!. —Temblando busqué mi teléfono celular, pegado a la pantalla, encontré una nota.«Llama a este número cuando estés con Bruno, si contactas a la policía o alguien más, las gemelas lo lamentarán…» —¡No es cierto!, las secuestraron…—¡Llamaré a la policía!—No lo hagas mamá, dicen que si lo hacemos las lastimarán.—¿Pero quién pudo hacerlo?, —Mi madre llora inmediatamente.«Llamaré a Bruno» —Mi voz se quiebra cu
Capítulo 72.Trampa Ada.Cuando llegué a casa, mi madre y Luz seguían decorando una camita en color rosa, debe tratarse de la mascota que Bruno traería para las gemelas, y que mi madre haya aceptado ya es un logro.—¡Mami!, papá dijo que tendríamos un perrito. ¿Crees que le guste el color rosa?. —Luz estaba sudorosa, se nota que en verdad estuvo trabajando.—Le encantará, todo quedó muy bonito. —Me alegra verla tan feliz, aunque Sol se muestre algo más reacia, sé que poco a poco aceptará a su padre, ella fue corriendo de nuevo a acomodar los juguetes.—Luz está encantada con Bruno, debo admitir que no me lo esperaba, pensé que él las rechazaría, pero resultó ser todo lo contrario, me alegra que quiera acercarse a las pequeñas, ambas siempre han preguntado por su padre, en especial Lucecita, cada vez que vendrá se emociona, a veces temo que su corazoncito salga rebotando.—Lo sé mamá, ella es muy expresiva. También estoy feliz.---Ella me observa con picardía.—Hija, sé que tú quieres
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